viernes, 19 de marzo de 2010
Magalis
La incorporación de los familiares de los presos políticos a las Damas de Blanco fue un proceso lento. Algunas de nosotras viajamos a diferentes pueblos del interior de la Isla para visitar a las esposas y alentarlas a que se unieran al grupo. Esto en Cuba resulta peligroso, pues el gobierno puede acusarte de un delito tipificado en el Código Penal Cubano como “incitación para delinquir”.
Transcurrían los últimos días de 2003. Habíamos concebido nuestra reunión mensual para intercambiar experiencias y noticias sobre los presos políticos, avisar sobre las visitas a las cárceles en ese período y compartir medicinas y alimentos. Aunque ya el movimiento se había incrementado, todavía muchas mujeres no asistían a las reuniones por miedo, por falta de información o por falta de recursos para trasladarse hacia la capital.
Magalis Broche estaba en el último grupo. Vive en Camajuaní, un pueblito cercano a Santa Clara. Se había enterado por Radio Martí que realizamos estos “Té literarios” los días 18 de cada mes y llamó por teléfono para que supiéramos que podíamos contar con su apoyo y que pronto viajaría a La Habana para conocernos personalmente.
Ella es la esposa de Librado Linares, presidente del Movimiento Reflexión, condenado a 20 años de prisión el 4 de abril de 2003. Linares está muy enfermo y su estado se deteriora más cada día por las condiciones carcelarias. El pasado 18 de julio, las Damas de Blanco hicieron un ayuno y una marcha para “llamar la atención dentro y fuera de Cuba acerca de la situación de salud en la que se encuentran los presos políticos más enfermos…”, entre los cuales está Librado.
Tienen un hijo que ya tiene 11 años: César.
Conversando con Magalis recordé que, cuando mi esposo fue encarcelado en la misma causa, a nuestro hijo Gabriel le hicieron un test en la escuela para constatar si estaba “penetrado por las ideas de su progenitor”, pero afortunadamente según me contaron el único problema que tuvo fue que escribió una oración que decía “Mi padre es un héroe”.
Me duele el hijo de un hombre que ama la paz y que cumple prisión por aspirar a que su pueblo la disfrute, rodeado de vocecitas infantiles gritando consignas que incluyen conceptos como guerra, mafia cubana, trinchera. Lo veo luchar contra las burlas o las agresiones de sus compañeritos de escuela. Puedo imaginarme la confusión del pequeño mirando repetirse en las paredes de su aula la foto de Fidel Castro, responsable de su tragedia familiar, o quizás preguntándose qué enorme fechoría llevó a su papá a la cárcel. Han pasado 6 años y ahora comprende mejor, a pesar de la propaganda de descrédito de las autoridades cubanas. Magalis me dice “es bastante triste lo que nos ha tocado, pero nuestro hijo me agradecerá toda su vida el padre que escogí para él”.
¿Y cómo se desenvolverá la evaluación de César en el denominado “Expediente acumulativo”?, documento que los maestros tienen que completar de cada estudiante y que incluye la participación en las actividades políticas, sus tendencias ideológicas, el ámbito social y familiar en el que se mueve. Este documento será cantera para el otorgamiento de honores, escuelas, carreras universitarias y futuros empleos.
Cada 6 de enero, César asiste a la pequeña fiesta de Reyes que celebran Las Damas de Blanco para los hijos y nietos de los presos políticos. Allá se siente más animado porque sabe que la mayoría de los niños que están en la reunión comparten el mismo dolor. Pero César le escribe a su Papi: “Eres el hombre más bueno del mundo por eso tengo muchas ganas que regreses a casa. Tengo tantas ganas que vengas que prefiero no tener juguetes a cambio; que vengas para siempre… sí, que acabes de venir ya”.
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